martes, julio 24, 2007

Dead...wrapped in plastic

Se quemó el televisor. Así de sencillo.

Un día domingo, hace sólo unas semanas, me disponía yo a pasar una tarde de flojera absoluta, viendo People & Arts y comiendo montañas de sandwichs, cuando el senil pero fiel aparato dejó de respirar. Era algo que debí haber intuido, dado lo pálido que se veía, a veces casi verdoso. Cada vez que tuve que zamarrearlo para que volviera en sí, debí haber notado que se trataba de la señal de que su vida se extinguía.

Con JP se nos vino el mundo encima, porque claro, en pleno invierno y en la mitad de la segunda temporada de Twin Peaks, quedarse mirando la muralla de la pieza no es ningún agrado.
Así que tuvimos que partir de compras, no nos quedó otra. Porque claro, uno puede hacerse el cool y decir “no veo televisión” o despotricar porque el 98% de la programación es basura, pero al menos yo, sin televisión no soy nada.

¿Quién chucha había matado a la pobre Laura Palmer?, ¿Qué sería de mi sin mis citas los lunes de madrugada con el Dr. Gregory House? Los domingos en la noche no serían lo mismo sin “Historias de Ultratumba” de Discovery Channel y qué decir de no poder seguir con mi sobredosis de películas de Mario Bava…Si amigos, la situación era insostenible.

Como la inversión en este tipo de cosas jamás es poca y como además todo ocurrió de improviso, recorrimos todas las tiendas habidas y por haber. Creo que sólo nos faltó Cocilamp y los Almacenes Enrique Guendelman. Finalmente, en una multitienda de serie B que no nombraré acá para no perder estilo, encontramos la oferta que no podíamos rechazar. Si, es cierto que nos roteamos con el tamaño y con la sofisticación, pero juro que en la tienda no se veía tan gigante…Como fuimos a comprarla bastante cerca y simplemente no podíamos esperar el despacho latero y mula, acarreamos un enorme plasma widescreen de 42 pulgadas por varias cuadras, con el peligro de perder varios dedos por falta de circulación o de morir acuchillados y asaltados por el lumpen. La cuestión pesaba más que una vaca en brazos y la caja era tan ridículamente enorme que ningún taxi pudo llevarnos, no crean que nos vinimos a pata de cagados, que la tontera ya había costado petrodólares.

Cuando terminamos de instalarlo, no podíamos creer lo enorme que era, pero al encenderla supimos que ese momento era el inicio de una hermosa amistad.

En resumen he visto tele como nunca. El viernes sin ir más lejos, dormí pésimo porque no pude dejar de soñar, la noche entera, con prom queens muertas y envueltas en plástico, conejos, Consuelo Saavedra, bailarinas sicodélicas, cirugías estéticas innecesarias, actores porno y el perrito de Lipigás.

Me imagino que todo debiera volver a la normalidad en un plazo corto. Si logré superar mi adicción al Playstation y a Internet, seguro que podré separarme paulatinamente del televisor de roto. Pero no se si quiero todavía…lo único que quiero ahora es llegar a la casa, acostarme y apretar “ON”