Curioso como funciona el cerebro... Ayer me desperté igual que siempre, algo tarde lógicamente, se acabó en gas en la mitad de la ducha y agarré la bici para correr por Vespucio hacia la oficina.
A media mañana, comencé a sentir un peso entre el estómago y el pecho, una sensación de pena súbita y fulminante. Entre telefonazos, reuniones e intentos sobrehumanos por hablar en un inglés atarzanado con un cliente holandés, la pena subía y crecía sin control. Trato siempre de racionalizar las cosas, y a pesar de que a veces logro explicarme lo que me pasa, por lo general eso no hace que me sienta mejor.
Haciendo un rewind de las últimas semanas, la visita flash de mi papá a Chile probablemente me afectó mas de lo que creí. Cuando tu padre decide irse del país y lo hace cuando tienes recién nueve años, por mas cordial y contaste que la relación a distancia se desarrolle, las carencias y las penas aparecen igual (día del padre en el colegio, "¿por qué no tienes papá?"...). Estar con él fue genial. Creo que por primera vez pude ser 100% sincero con él, y también por primera vez hablamos como dos tipos grandes, como dos amigos.
Se volvió a Toronto el viernes pasado y probablemente el saber que pasaré un buen tiempo sin verlo, y volver a recordar la época en que él no estuvo, me hizo click en el cerebro, algo así como un "stress post traumático" o alguno de esos términos de serie gringa.
La cosa es que ayer fue el día mas depresivo en meses. Ahora entiendo por qué me he largado a llorar con cada capítulo de "Cruzando al más allá, con John Edward" de People+Arts, por qué he andado perseguido y mal genio en la pega. También puedo echarle la culpa a todo esto por ese extrañísimo insomnio de las últimas noches.
Lo bueno de mirar para atrás, es poder darse cuenta también de las cosas buenas que hay, como la posibilidad de estar trabajando en algo que me gusta y con gente que quiero. Que Lukas me reciba saltando y moviendo la cola todos los días y que me entregue toneladas de amor incondicional, saber que los amigos están cerca y poder conocer amigos nuevos y poder desarrollar un afecto enorme por ellos de manera instantánea. Saber que JP está mas atento y cerca de lo que yo, con un poquito de bajón pueda pensar.
De todas formas hoy estoy todavía un poco bajado, pero siento que va a pasar luego. Ojalá el nudo en la garganta se vaya tan rápido como llegó.
miércoles, abril 20, 2005
jueves, abril 14, 2005
No hay como la primera vez...
Anoche, esperando que dieran las doce y comenzara Six Feet Under, vimos a medias un programa con factura del estilo Mea Culpa sobre una pobre tipa a la que la poseía Satán. Una lata absoluta.
Después de eso nos quedamos pegados con la versión chilensis de Mad About You. A pesar de que me niego a aceptar a "Fran y Pablo" como alternativas a los insuperables "Paul y Jaimie", reconozco que me reí bastante. Pero algo en el epílogo me dejó pensando más de lo normal. El tema era el primer beso y cómo cuando uno ya estaba metido en una relación seria, constante y optimistamente definitiva, la sensación de ese Primer Beso (así con mayúsculas) era algo a lo que había que decir "adiós", cual Catalina Pulido en "El Rival más Débil", aunque con menos placer, lógico.
No podía concentrarme en lo que estaba viendo. Nate iba con Brenda fuera de la ciudad a enterrar las supuestas cenizas de Lisa; la Sra. Fisher se reconciliaba con su extraño esposo nuevo y yo seguía dándole vueltas a lo del beso.
Es verdad. Quizás tengo miles de besos maravillosos con JP en la memoria, y de seguro que vendrán millones más también. Pero ese primer beso en el auto, afuera de la casa de mi mamá, con choque de dientes y torpezas por el etilo incluidas, no se me va a olvidar jamás. Y aunque me obsesionara con romper el record Guiness de besos creativos, sé que nunca volveré a sentir lo mismo que sentí esa noche de julio del 2001.
Así como el primer beso, por lo general los "primeros algo" suelen no repetirse. Es como el primer orgasmo (solo primero, y acompañado mas tarde, por lo general), o como la primera vez que fumaste marihuana y te hizo efecto (el deseado, no el de ponerte verde y hacer que jures que nunca mas) o también como cuando te pones un perfume nuevo; a la semana ya no lo hueles y empiezas a preguntarle a los demás: "¿Se me siente?"
Supongo que no es un tema para echarse a morir tampoco. Cuando Six Feet Under terminó y apagué la luz, el clásico beso de las buenas noches claramente no fue como el primero, pero fue como siempre, especial. Me relajé y dormí de un tirón hasta la mañana de hoy.
Después de eso nos quedamos pegados con la versión chilensis de Mad About You. A pesar de que me niego a aceptar a "Fran y Pablo" como alternativas a los insuperables "Paul y Jaimie", reconozco que me reí bastante. Pero algo en el epílogo me dejó pensando más de lo normal. El tema era el primer beso y cómo cuando uno ya estaba metido en una relación seria, constante y optimistamente definitiva, la sensación de ese Primer Beso (así con mayúsculas) era algo a lo que había que decir "adiós", cual Catalina Pulido en "El Rival más Débil", aunque con menos placer, lógico.
No podía concentrarme en lo que estaba viendo. Nate iba con Brenda fuera de la ciudad a enterrar las supuestas cenizas de Lisa; la Sra. Fisher se reconciliaba con su extraño esposo nuevo y yo seguía dándole vueltas a lo del beso.
Es verdad. Quizás tengo miles de besos maravillosos con JP en la memoria, y de seguro que vendrán millones más también. Pero ese primer beso en el auto, afuera de la casa de mi mamá, con choque de dientes y torpezas por el etilo incluidas, no se me va a olvidar jamás. Y aunque me obsesionara con romper el record Guiness de besos creativos, sé que nunca volveré a sentir lo mismo que sentí esa noche de julio del 2001.
Así como el primer beso, por lo general los "primeros algo" suelen no repetirse. Es como el primer orgasmo (solo primero, y acompañado mas tarde, por lo general), o como la primera vez que fumaste marihuana y te hizo efecto (el deseado, no el de ponerte verde y hacer que jures que nunca mas) o también como cuando te pones un perfume nuevo; a la semana ya no lo hueles y empiezas a preguntarle a los demás: "¿Se me siente?"
Supongo que no es un tema para echarse a morir tampoco. Cuando Six Feet Under terminó y apagué la luz, el clásico beso de las buenas noches claramente no fue como el primero, pero fue como siempre, especial. Me relajé y dormí de un tirón hasta la mañana de hoy.
martes, abril 12, 2005
Cigarrillos y leche chocolatada.
Que asombroso como a veces, suceden coincidencias que pueden hacerte replantearte las cosas o que, como en este caso, hacen sonreír y descubrir pequeñas cosas que de una u otra forma, te acompañarán en la vida diaria.
Hace un tiempo, comencé a devorar un desayuno contundente cada mañana y a saltarme el almuerzo, tal vez para ordenar un poco los hábitos alimenticios de este publicista estresado y de paso, para bajar algo de peso y el próximo verano poder despojarme de la ropa que sobra sin tener que esforzarme por hundir la guata (algo que luego de un rato uno inconscientemente deja de hacer)
Mañana de un lunes de marzo, figuraba yo frente a la pantalla de mi computador, con el infaltable pucho en la mano derecha y un vaso de leche Trencito en la izquierda, cuando la radio de Yahoo comenzó a sonar como nunca lo había hecho antes. De manera casi sobrenatural, la canción se llamaba “Cigarettes and Chocolate Milk” de un tal Rufus Wainwright. La pantallita del Launch Cast justificaba esta aparición diciéndome que lo que sonaba era “recomendado por fans de Tori Amos”. Antes de apretar el botón de skip, la voz de Rufus me dijo cosas que me gustaron:
“cigarettes and chocolate milk
these are just a couple of my cravings
everything it seems i like's a little bit stronger
a little bit thicker
a little bit harmful for me
if i should buy jellybeans
have to eat them all in just one sitting
everything it seems i like's a little bit sweeter
a little bit fatter
a little bit harmful for me”
Interesantes metáforas acerca de lo mucho que nos gustan (y buscamos) las cosas que nos pueden hacer daño...
Creo en las señales, siempre lo he hecho. Así que rápidamente averigüé mas sobre Wainwright y me las arreglé para conseguir el disco completo. Interesante chico canadiense; gay y de mi misma edad. Escribe sus propios temas y pasa del folk a ribetes operáticos con la facilidad con que uno pasa de un canal de tv a otro con ayuda del control remoto.
Otro tema interesante del álbum, “One Man Guy” (track 10)
“people will know when they see this show
the kind of a guy I am
they'll recognize just what I stand for and what I just can't stand
they'll perceive what I believe in
and what I know is true
and they'll recognize I'm a one man guy
always was through and through”
“i don't know why I'm a one man guy
or why I'm a one man show
but these three cubic feet of bone and blood and meat are all I love and know”
Cada vez me sentía mas identificado con Rufus Wainwright. Él, como yo, era un tipo de un sólo hombre.
Pero a medida que lo pienso, ¿seré yo un tipo de un sólo hombre? Sé que lo he sido. Pero ¿lo seré de manera intrínseca? ¿Lo será realmente Rufus? ¿O será una mas de sus poses? El álbum se llama precisamente así: “Poses”
A pesar de las preguntas en el aire, Wainwright me acompaña desde entonces, de manera intermitente, en mi discman.
Hace un tiempo, comencé a devorar un desayuno contundente cada mañana y a saltarme el almuerzo, tal vez para ordenar un poco los hábitos alimenticios de este publicista estresado y de paso, para bajar algo de peso y el próximo verano poder despojarme de la ropa que sobra sin tener que esforzarme por hundir la guata (algo que luego de un rato uno inconscientemente deja de hacer)
Mañana de un lunes de marzo, figuraba yo frente a la pantalla de mi computador, con el infaltable pucho en la mano derecha y un vaso de leche Trencito en la izquierda, cuando la radio de Yahoo comenzó a sonar como nunca lo había hecho antes. De manera casi sobrenatural, la canción se llamaba “Cigarettes and Chocolate Milk” de un tal Rufus Wainwright. La pantallita del Launch Cast justificaba esta aparición diciéndome que lo que sonaba era “recomendado por fans de Tori Amos”. Antes de apretar el botón de skip, la voz de Rufus me dijo cosas que me gustaron:
“cigarettes and chocolate milk
these are just a couple of my cravings
everything it seems i like's a little bit stronger
a little bit thicker
a little bit harmful for me
if i should buy jellybeans
have to eat them all in just one sitting
everything it seems i like's a little bit sweeter
a little bit fatter
a little bit harmful for me”
Interesantes metáforas acerca de lo mucho que nos gustan (y buscamos) las cosas que nos pueden hacer daño...
Creo en las señales, siempre lo he hecho. Así que rápidamente averigüé mas sobre Wainwright y me las arreglé para conseguir el disco completo. Interesante chico canadiense; gay y de mi misma edad. Escribe sus propios temas y pasa del folk a ribetes operáticos con la facilidad con que uno pasa de un canal de tv a otro con ayuda del control remoto.
Otro tema interesante del álbum, “One Man Guy” (track 10)
“people will know when they see this show
the kind of a guy I am
they'll recognize just what I stand for and what I just can't stand
they'll perceive what I believe in
and what I know is true
and they'll recognize I'm a one man guy
always was through and through”
“i don't know why I'm a one man guy
or why I'm a one man show
but these three cubic feet of bone and blood and meat are all I love and know”
Cada vez me sentía mas identificado con Rufus Wainwright. Él, como yo, era un tipo de un sólo hombre.
Pero a medida que lo pienso, ¿seré yo un tipo de un sólo hombre? Sé que lo he sido. Pero ¿lo seré de manera intrínseca? ¿Lo será realmente Rufus? ¿O será una mas de sus poses? El álbum se llama precisamente así: “Poses”
A pesar de las preguntas en el aire, Wainwright me acompaña desde entonces, de manera intermitente, en mi discman.
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