viernes, junio 03, 2005

30

No puedo creer que a los 31 años me estén saliendo muelas del juicio. Si, dije 31 años, porque a pesar de que el trámite de cumplir los 32 se acerca a pasos agigantados, luego de cruzar la barrera de los 30, me aferro a cada minuto que me haga sentir un poco mas joven. No es que me sienta tan viejo, pero hasta cuando una teleserie te refriega por la cara que los treinta ya no son los 29, uno empieza a sentirse algo aludido.
Por eso cuando algún pendejo me pide plata en la calle, si me dice “tío” o “señor” tiene serias posibilidades de irse con nada.
Bueno, no se por qué empecé a hablar de la edad, la cosa es que mi lado derecho de la cara me está matando. La muela de arriba y la de abajo tuvieron la genial idea de salir al mismo tiempo. Recién tengo hora para el sábado al dentista, antes era imposible compatibilizarlo con la oficina. Así que el viernes intentaré no carretear, porque nada que ver torturar al dentista con el bouquet a piscola y/o cerveza. Lo otro es que tome vodka, pero después de la experiencia extrema y satánica de la semana pasada, me lo pensaré dos veces.
Esta semana ha sido extraña. Primero, ha sido extremadamente corta. No puedo creer que mañana ya sea viernes. Exactamente el viernes pasado, fui a la inauguración de la oficina de la Mane. Con JP nos enamoramos de la casa y del lugar donde está. Mis nulos conocimientos de arquitectura me hacen creer que el lugar debe haber sido una suerte de condominio de los años cuarenta. También se podría decir que es una especie de cité. Pero lindo, no como ese donde vivía la protagonista de “Palomita Blanca”, ni como el cité de la droga, ese que estuvo en los titulares policiacos hace varios años. La oficina de la Mane está al fondo, y cuando nos contó que la primera casa se vendía…El lunes a la hora de almuerzo estábamos Jp y yo, más el corredor de propiedades, viendo la casa. Es cierto que necesita MUCHO trabajo, pero también es cierto que la doble altura del cielo, los dos pisos inmensos, el suelo de tablones que espero esté completo bajo ese cubrepiso azúl horroroso, me mataron. La idea de comprar casa, y dejar de botar la plata en arriendo, venía desde hace rato. Pero encontrar el lugar ideal, en un barrio que nos gusta, y a un precio más que conveniente, te obliga a detenerte a pensar, y darte cuenta que probalemente el momento de dar ese GRAN PASO, que significa echar raices, llegó.
El estress ya empezó. Cotizar el crédito hipotecario, pedirle a Juampy que evalue lo que podrían llegar a salir los arreglos básicos, hacerse el lindo con el corredor para que no le venda la casa a nadie mas…En fin, JP anda con el alma en un hilo, la parte pesada se la lleva él. Yo me hago el relajado y trato de apoyarlo y darle confianza, pero estoy nerviosísimo. Me entretengo pensando en botar las murallas que sobran, pintar las paredes, poder por fin tener mi horno empotrado, como el de Narda Lepes, y jurarme a mi mismo que el proceso sería tan divertido como un programa de CasaClub TV. Probalemente no lo será. Quizás con JP terminemos asesinándonos con la pulidora de piso y con la pistola de clavos…claro, como si alguno de los dos supiera siquiera cómo se enchufa siquiera alguno de esos aparatos…bueno, si la pareja de locas de “En Venta” de People + Arts puede, por qué nosotros no.
Ojalá todo resulte. Yo al menos tengo toda la sensación de que la cosa viene en serio.
Hace un mes ni me hubiera imaginado estar en esta situación. De todas maneras estoy feliz. Me siento grande, lo que no quiere decir que me sienta viejo. Me siento un treintón, y por primera vez no me molesta la idea.

1 comentario:

iagoo dijo...

que nerviecitos... :S

pero bacan echarraices y tener un lugar porpio propio (la repeticion es intencional), y que si le quieres hacer algo.. es cosa tuya y no tienes que preguntarle a nadie! :)

Que todo el proceso sea exitoso ;)

F.