Montgomery

Qué difícil es escribir con una sola mano. Acabo de cortarme el dedo índice de la mano izquierda con un tip-top. Dejé toda la oficina llena de sangre, como si me hubiera venido a ver el dr. Lecter.
Claro, a mi nomás se me ocurre ofrecerme gentilmente a ayudar con unas malditas maquetas de productos, cuando jamás he tenido mucha motricidad fina que digamos. Tengo el dedo envuelto en gasas y algodones y mi mano se ve como la de E.T. pero sin la cosa esa de la iluminación.

El fn de semana estuvo tranquilo. El viernes salí con Fer y su amiga Andy a celebrar mi adiós a los antibióticos y volví bastante ebrio. Y eso que tomé como una señorita, debió haber sido la falta de costumbre...De todas formas, lo necesitaba, no hay nada como un traguito y una buena conversa.

El sábado salí a recorrer la ciudad en bicicleta, respirando aire puro y vitrineando casas en venta por los barrios en los que me gustaría vivir. De las casas que me gustaron, todas MUY caras; casi el doble de nuestro presupuesto. Sólo una (la que más me tincó) resultó estar a un precio conveniente, pero prefiero no contar mucho para que no fune. Haría falta verla por dentro y cruzar los dedos para que no parezca la central de operaciones de un asesino en serie. A la vuelta del routing inmobiliario me pilló la lluvia y llegué como sopa a la casa. Me acosté temprano porque me sentía un poco afiebrado. Y eso que tenía unas ganas espantosas de bailar.

El domingo volvió JP (esta vez se me hizo insoportablemente larga la espera). Me trajo de Buenos Aires el montgomery que había perseguido todo el año y que nunca pude comprar porque:

A) Eran horrorosos (azul colegio y con unos botones que eran como colmillos de yeti...).
B) Eran carísimos. Claro que el que quería estaba en la vitrina de Burberry y costaba como un millón de dólares.

Mi nuevo montgomery café es maravilloso, me lo puse inmediatamente y no me lo he sacado ni para dormir.
En fin, que me vida ha sido de lo menos excitante estos últimos días...Me veo guapísimo pero he estado bien fome.