jueves, abril 14, 2005

No hay como la primera vez...

Anoche, esperando que dieran las doce y comenzara Six Feet Under, vimos a medias un programa con factura del estilo Mea Culpa sobre una pobre tipa a la que la poseía Satán. Una lata absoluta.
Después de eso nos quedamos pegados con la versión chilensis de Mad About You. A pesar de que me niego a aceptar a "Fran y Pablo" como alternativas a los insuperables "Paul y Jaimie", reconozco que me reí bastante. Pero algo en el epílogo me dejó pensando más de lo normal. El tema era el primer beso y cómo cuando uno ya estaba metido en una relación seria, constante y optimistamente definitiva, la sensación de ese Primer Beso (así con mayúsculas) era algo a lo que había que decir "adiós", cual Catalina Pulido en "El Rival más Débil", aunque con menos placer, lógico.
No podía concentrarme en lo que estaba viendo. Nate iba con Brenda fuera de la ciudad a enterrar las supuestas cenizas de Lisa; la Sra. Fisher se reconciliaba con su extraño esposo nuevo y yo seguía dándole vueltas a lo del beso.
Es verdad. Quizás tengo miles de besos maravillosos con JP en la memoria, y de seguro que vendrán millones más también. Pero ese primer beso en el auto, afuera de la casa de mi mamá, con choque de dientes y torpezas por el etilo incluidas, no se me va a olvidar jamás. Y aunque me obsesionara con romper el record Guiness de besos creativos, sé que nunca volveré a sentir lo mismo que sentí esa noche de julio del 2001.
Así como el primer beso, por lo general los "primeros algo" suelen no repetirse. Es como el primer orgasmo (solo primero, y acompañado mas tarde, por lo general), o como la primera vez que fumaste marihuana y te hizo efecto (el deseado, no el de ponerte verde y hacer que jures que nunca mas) o también como cuando te pones un perfume nuevo; a la semana ya no lo hueles y empiezas a preguntarle a los demás: "¿Se me siente?"
Supongo que no es un tema para echarse a morir tampoco. Cuando Six Feet Under terminó y apagué la luz, el clásico beso de las buenas noches claramente no fue como el primero, pero fue como siempre, especial. Me relajé y dormí de un tirón hasta la mañana de hoy.

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