Fin de semana largo, semana corta.

Hoy Madonna cumplió 47 años. Lo malo es que a la pobre se le ocurrió subirse a un caballo y se descrestó. Se quebró un par de huesos, pero afortunadamente no fue nada grave ni se murió, cosa que hubiera sido tremendamente horrible para mi. Pobrecita, a lo mejor se tomó unos sours de más. Mal que mal era un día para celebrar, porque no me van a decir que llegar a los 47 viéndose así no es razón más que suficiente como para tirar la casa por la ventana.
Mi cumpleaños se viene pronto y me carga. No tengo idea por qué me molesta tanto la cosa de cumplir años. A lo mejor es que me revienta ser el centro de atención por algo tan idiota como cumplir años. Si lo piensan bien, no es algo especialmente "celebrable": si hay algo que todos hemos hecho en esta vida es nacer, no le veo cuál es la gracia entonces de hacer una fiesta enorme por eso.
Juro que no tiene nada que ver con el hecho de ponerme más viejo, porque ya me estoy pegando el alcachofazo de que ESTOY más viejo. Me resfrío más en invierno, tengo dolores de espalda y lo peor de todo es que si estoy cómodamente sentado por un rato largo y tengo que volver a ponerme en pié, el proceso es acompañado siempre por un sonido gutural del tipo "Auggh.." Trato de mentalizar para no hacerlo, pero me sale natural. Con ese puro detalle pongo en evidencia lo senil que estoy.
También me he dado cuenta, mientras trato de hacer algo presentable con mi pelo frente al espejo, que tengo algunas canas por aquí y otras por allá. Tengo la esperanza de verme algún día como George Clooney. Si en cambio me veo como Compadre Moncho de "Los Venegas" (¿existe ese programa todavía?), tendré que teñirme, y ni me voy a arrugar para hacerlo. Ya tuve mi encuentro con el peróxido allá por los noventa y pasé por el negro, el rojo, el azul, el morado y el blanco sin complejo alguno.

¿Por qué estoy escribiendo esto? no lo se. Supongo que me estresé con lo de Madge y las celebraciones de cumpleaños... Yo venía a contarles de mi regio fin de semana en Olmué y de lo relajado que llegué hoy a trabajar. Porque si algo hice durante los últimos tres días fue dormir y pasarlo chancho.
Partimos el viernes con los autos cargados de amigos, perros, carne y alcohol. Nos esperó una amigable nube de zancudos, los que luego de darse cuenta que nuestra sangre tenía altas concentraciones de pisco sour, dejaron de molestar.
Hicimos de todo, salvo sexo grupal. Entre las edificantes actividades figuraron las "sillas musicales" (cuyos resultados fueron exagerados ataques de risa y moretones), la "escondida", donde JP insistió en usar patéticos intentos de mimetismo; con Juampy descubierto entre las matas sólo por el sonido de los hielos de su piscola y con varias interminables partidas de "Uno" (me piqué porque no gané ninguna).
El clima estuvo espectacular, por eso mismo fue bien impactante llegar a Santiago con huracán, árboles caídos y lluvia torrencial. En fin, agradezcan al dios de su agrado que esta sea una semana de sólo cuatro días. Esperemos que esto sea la despedida del invierno, que pasemos agosto y que la primavera llegue de una vez por todas.

Cuídense mucho y abríguense.

PD: Es posible que la primavera no llegue jamás y el mundo se acabe antes...acabo de escuchar en la radio el "reggetón" de Lavín. Si eso no es una señal del Apocalipsis, no se qué otra cosa puede ser.